Las comunidades indígenas de Espírito Santo finalmente recuperan sus tierras

Después de que las comunidades Tupiniquim y Guaraní hayan luchado durante años por la tierra, respaldados por una campaña internacional de cartas de FIAN Internacional, el 28 de agosto de este año, el Ministro de Justicia brasileño declaró que las 18.070 hectáreas del municipio de Aracruz, Espírito Santo, eran tierras indígenas. Las comunidades celebran los frutos de sus esfuerzos por obtener una tierra que les pertenece por derecho.

Hace más de 30 años, la corporación Aracruz Cellulose destruyó unas 35 aldeas indígenas en el estado de Espírito Santo, expulsando a sus habitantes, con el fin de establecer enormes plantaciones de eucaliptos para la producción de celulosa a gran escala. La expansión de los eucaliptos acabó con la forma de vida de muchas comunidades, como la Tupiniquim y la Guaraní. En Brasil, las plantaciones de Aracruz Cellulose, actual líder mundial de producción de celulosa blanqueada procedente de eucaliptos, abarca más de 375.000 hectáreas de tierra. El cultivo intensivo de eucaliptos no sólo causa el desecamiento de los ríos, dificultando cada vez más el acceso al agua, sino que provoca el empobrecimiento del suelo e, incluso, la desertificación. Además del olor insoportable, las plantas de procesamiento son la fuente de problemas de salud en las comunidades indígenas, debido a la elevada contaminación del aire.

Las comunidades indígenas llevan años luchando para poseer sus tierras. En 1998 se les asignaron solamente 7.061 hectáreas de las 18.070 que les corresponden por derecho. En mayo de 2005, cansados de esperar tanto para recuperar sus tierras, las comunidades Tupiniquim y Guaraní procedieron a la demarcación de estas tierras, que en 1994 y 1998 fueron identificadas como territorios indígenas por los antropólogos del Instituto Indígena FUNAI del Gobierno brasileño.

Esta lucha no ha sido precisamente fácil para el pueblo indígena. En su contraataque, Aracruz amenazó a todo aquel que apoyase las luchas indígenas y, en enero de 2006, en una acción respaldada por la policía federal, destruyó e incendió las casas de las comunidades indígenas. Por consiguiente, las familias Tupiniquim y Guaraní fueron desalojadas a la fuerza de sus tierras, y algunas personas resultaron heridas.

Un mes después, FIAN Internacional lanzó una campaña de acción urgente por carta. Tras una larga lucha por la regularización de estos territorios, hace unas semanas, el 28 de agosto, el Ministro de Justicia brasileño, Tarso Genro, declaró que las 18.070 hectáreas de Aracruz, Espírito Santo, eran tierras indígenas. Con esta decisión, se están aplicando las disposiciones de la Constitución brasileña y las de los tratados y convenios internacionales como el Convenio OIT 169, que garantizan la supervivencia y el derecho a alimentarse de los pueblos indígenas.

Mientras las siete aldeas lo celebraban, los jefes Tupiniquim y Guaraní declararon que esta victoria, que garantiza el futuro de sus hijos, es el resultado de su unión y del apoyo de una enorme red nacional e internacional, a la que pertenece FIAN Internacional. En el futuro, deberá comprobarse que esta decisión se observa realmente y que las comunidades Tupiniquim y Guaraní están efectivamente en posesión de sus tierras. Ahora hay que realizar la demarcación física de las 18.070 hectáreas, lograr que el Presidente de la República reconozca esta demarcación y que quede registrada en la oficina del registro.

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