Perú : la nueva administración aprista

A casi seis meses de entrada en funciones es posible señalar algunos rasgos del nuevo gobierno peruano.

Se está forjando una alianza en el poder muy parecida a la que gobernó en la década de los noventa. Cuando Fujimori asumió el gobierno, rápidamente se constituyó alrededor de él una sólida alianza que le dio la estabilidad política y la fuerza para poder llevar a cabo sus objetivos. Fujimori tenía el respaldo de los empresarios (nacionales y extranjeros), de los organismos financieros internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo), de la tecnocracia formada en las canteras neoliberales, de las Fuerzas Armadas (FF.AA.), de los medios de comunicación, la opinión pública, y un sector de la Iglesia ligada al Opus Dei. También gozó, casi hasta el final de su gobierno, del respaldo del gobierno norteamericano.

En estos meses García se ha ganado el favor de los empresarios (92% apoya su gestión, según encuesta de la Universidad de Lima) al darle continuidad a la política económica, dejando de lado su oferta de “cambio responsable”. Aunque es pronto para afirmarlo con rotundidad, pareciera haber olvidado lo que quedó claro en el proceso electoral presidencial: la necesidad de la entrada en agenda del tema crecimiento con redistribución y, por lo tanto, la urgencia de impulsar un conjunto de reformas para que los beneficios del progreso económico lleguen a todos los peruanos. Por otro lado, tanto a nivel ministerial como en puestos claves del gobierno destacan tecnócratas de orientación neoliberal, como en el Banco Central de Reserva (BCR)

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